martes, 17 de noviembre de 2009

Definitivamente, hay algo especial, diría mágico, con la juventud. Y no se trata de una piel sin arrugas o de una figura esbelta. Tiene que ver con la apertura del corazón.

Tal vez cuando somos jóvenes, confiamos, creemos, somos capaces de sorprendernos. Capaces de dar, de entregar. Cuando somos jóvenes el corazón no tiene muchas cicatrices y aún es capaz de actuar sin esperar.

Supongo que esa es la magia de la juventud. Poder abrir el corazón, poder actuar sin miedo a ser juzgado, o malinterpretado, o herido. Conforme pasa el tiempo parece que nos acostumbramos no sólo a acumular años, sino también heridas, malos recuerdos, remordimientos, arrepentimientos, resentimientos, malas costumbres, entre un montón de basura que no hace más que ralentizar nuestro caminar.

Cuando se es joven parece que nuestra visión es más clara (o no sé si es más optimista) y se cree, se siente que se puede atrapar el mundo con una sola mano. Aunque hay jóvenes con corazones viejitos y viejitos con corazones jóvenes.
Pero creo que ahí está el reto de crecer, el reto de madurar. Estoy convencida de que se trata de aprender de las experiencias, pero de no dejarse marcar. Se trata de vivir, de sufrir, de llorar, de reír, de sentir rabia…pero bueno, esto todos podemos hacerlo y lo hacemos, el reto radica en liberar esas emociones y dejarse moldear por ellas para asegurar el crecimiento, y dejar ir todo lo que no sirve. El reto está en no generar ataduras frente al pasado, en aligerar la maleta para poder emprender el viaje en cualquier momento.

Y esa es la ventaja de la juventud, pensar que se puede conquistar el mundo, que la vida es una sola y que no se puede perder la oportunidad de vivirla…sentir que para cumplir los sueños solo hace falta tenerlos. Sí, creo que esa es la ventaja de la juventud, pero más que en el rostro, o en la cédula, la llevamos en el corazón, y a medida que crecemos lo importante es conservar la frescura de la juventud y aderezarla con el aprendizaje producto de los años :o)

martes, 10 de noviembre de 2009


Después de darme cuenta de que así como mi vida continuó, también la de él lo hizo, y cada quien buscó su mejor camino para ser feliz….


La vida cambia, y las personas con ella.

O no sé si las personas cambian y hacen que la vida cambie.

Lo que ayer fue un error, hoy puede ser una bendición.

Lo que ayer fue una bendición, hoy puede ser una fuente de angustia.

Lo que ayer fue un problema, hoy puede ser un aprendizaje.

Lo que ayer fue condenado, hoy puede ser admirado.

Y la vida es así, siempre, cambia, se transforma. Se abre paso y te invita a recorrer caminos. De renovación y de descubrimiento.

Porque cuando los cambios tienen lugar, todo alrededor se transforma. Las relaciones, los afectos, la familia, los amigos…todo se transforma. Lo que se conocía empieza a cambiar de lugar, se reubica. Y hay que estar preparados para asumir esto, hay que entender que el pasado es una condición que quedó obsoleta. Como una fotografía vieja que se deteriora con el pasar de los días, y que ya nadie quiere cuidar.

Cuando las cosas cambian, hay que salir del lugar donde se habitaba, hay que cambiar la visión, las expectativas, las esperanzas, cambiar aquello a lo que nos hemos aferrado, dejarlo ir.

Y cuando dejamos ir el pasado, nos estamos renovando a nosotros mismos. Renunciar, dejar, abandonar…todos son sinónimos de desprenderse, de soltar. Y soltar, desprenderse, dejar, renunciar, puede causar dolor, puede suponer una crisis.

Lo mejor entonces, es enfrentar el cambio con la mente tranquila y el corazón abierto. Es continuar caminando por el camino que recorre el río y fluir como el agua. No detener la corriente ni aferrarse a que el río corra por donde uno quiere.

Dejar ir, cerrar, abandonar. Entender que esa vida que una vez pensaste no vendrá, que esos sueños que una vez albergaste se quedarán sin cumplir, que esos anhelos que una vez te permitiste se irán y no volverán. El cambio implica un poco de dolor. Pero también es abrazar la incertidumbre y sonreírle a la duda…

No creas que porque ya no estás ahí, la gente dejará de cumplir sus sueños, ni de abrazar sus metas. Cuando empiezas a entender esto, te das cuenta de que nadie, ni nada es imprescindible, excepto el Amor y la presencia de Dios. Cuando esto pasa, es mejor aceptar la invitación a dejar de ser egoísta y empezar a pensar que la felicidad es un don gratuito y que nos toca a todos.

Tal vez no todo sea tan malo, y aquél pasado al que te estabas aferrando sí es en realidad una fotografía vieja, que ahora ni siquiera tú quieres ver…Ni tampoco cuidar, ni tampoco guardar.

Cuando las cosas cambian, las posibilidades se abren, la vida cambia y nosotros con ella. Y todo se abre a los ojos como un enorme lienzo blanco listo para ser pintado…los pinceles están en tus manos, las pinturas también. Deja que la mano de Dios guié tus talentos y abandónate a pintar tu propia y hermosa obra.

La vida cambia, es cierto…pero al fin y al cabo, tú también.

Y cuando tomas tus pinceles y empiezas a pintar tu nueva obra, es la oportunidad perfecta de entender que la felicidad no tiene nada que ver con los otros, sino con uno mismo.

viernes, 11 de septiembre de 2009


Quiero ofrecer algo verdadero
Algo más que mis miedos y mis fracasos

Quiero ofrecer algo verdadero

Mucho más que mis necesidades y mis deseos

Quiero poder vincularme de forma sincera

Quiero abrir mis opciones y empezar a conocerme

No quiero entregarle mis miedos a otro

No quiero entregarle mis dudas a otro

No quiero entregarle mis fracasos a otro

Porque soy mucho más que una historia de dolor,
mucho más que una historia de rencor.

Quiero sanar, quiero poder volar, quiero poder estar con otras personas, sin necesitar estar con ellas.

Quiero ser libre y poder relacionarme en libertad

Quiero descubrir mi propia libertad para poder compartirla

Quiero entender que el amor está dentro de mí y que no debo buscarlo afuera

Quiero recorrer este camino de la mano de Dios, porque es el que nunca falla.
Quiero encontrar mi verdadera esencia y ser capaz de unirla con la tuya, sin miedo a perder, sin miedo a nada.

martes, 1 de septiembre de 2009



Después de varios meses post-ruptura, las cosas definitivamente se van quedando atrás. Las heridas terminan de sanar, los reclamos se desvanecen en el aire, las culpas se olvidan, y empiezas a creer que seguir pensando en toda esa historia de dolor y rencor es una pérdida de tiempo.

Cuando esto pasa, la sanación y el olvido están a la puerta de la casa. Y el perdón se está concretando ahí, en un lugar muy profundo del corazón. Hoy puedo decir que ya perdoné a Rofen. Cambié de película y boté el casette de "La historia de miseria que viví a su lado". Ahora en mi vida hay paz y tranquilidad, como antes no las había sentido. Ahora mi vida tiene un sentido y me siento descubriendo cosas y aprendiendo cada vez más.

Por eso, creo que tengo mi propia versión del perdón. Que es definitivamente un regalo de Dios. Pero aquí va, tal y como me sale del corazón.


El perdón es recuperar la paz después de una ofensa. No es olvidar lo que pasó, es volver a sentir que el corazón nos pertenece y que en él no hay lugar para el odio. El perdón no es para el ofensor, es un regalo para uno mismo.

sábado, 29 de agosto de 2009

Hace algunos meses Rofen y yo rompimos. La vida me cambió, empecé a ver las cosas por mí misma.

Y ahora me queda un camino entero por delante.

Ahora a volver a mí. Al cine, a los libros, a los amigos, a la alegría.

Y supongo que después de estar tanto tiempo por fuera, esta será la primera entrada de muchas (espero). Por ahora aquí está el trailer de la última película de Tim Burton, Alicia en el País de las Maravillas. Se ve espectacular.



Yo leí el libro hace unos 14 años (era una niña por entonces) y me pareció realmente turbador. Esta versión de Burton refleja exactamente como me imaginaba esa extraña atmósfera.

Y como un bonus, un regalito que me dejó un amigo D.G. Una colección de interpretaciones del mundo de Alicia en el País de las Maravillas, a cargo de varios ilustradores del mundo. Me encanta la de Anthony Browne, mi ilustrador infantil favorito y la de Mayumi Muroyama.

Además la lista incluye a Jan Svankmajer, quien también ofrece una versión cinematográfica del clásico de Lewis Carrol. Por cierto, una versión bastante inquietante

Aquí está la lista de los ilustradores, para que se den un festín.

lunes, 13 de abril de 2009

Rofen ya no está en mi vida.
Si hay alguien que siga este blog (aparte de mí) Rofen era mi novio. No es ese su verdadero nombre, pero ese fue con el que lo conocí.

Pero ahora ya no está en mi vida, terminamos hace poco y ese evento me obligó a replantear muchas cosas de mí. Ha sido difícil, porque su ausencia me ha obligado a verme a mí misma, a ver hacia dentro. Su ausencia me obligó a cambiar el foco, ahora hay que iluminar hacia dentro y no hacia fuera.

Rofen ya no está y hoy precisamente, el papá de mi mejor amigo, hablaba de la teoría del caos y de mariposas que aletean en Japón y causan un tifón en el otro lado del mundo.
Pero lo más interesante es que en su discurso hubo una clave, una que me ayudó a entender mi rompimiento. La clave está en los sumideros.

La cosa va más o menos así. Imaginemos una represa de agua, el agua se está represando, no hay lugar de salida, en ese momento está en caos. Entonces, se abre un agujero en la represa y el agua sale por ahí...ese agujero es un sumidero.
Supongo que a Rofen le pasó igual. Estaba en caos, estaba buscando una ley que determinara lo que le estaba pasando...o no una ley, algo, cualquier cosa. Estaba confundido, estaba sintiendo cosas diferentes (¿menos amor, tal vez?)...y en ese momento encontró un agujero, un sumidero, algo a que aferrarse, algo que le sirviera para salir. Y salió y todo se acabó.

Supongo que es hasta lógico que pasara. Hace cuatro años, él también fue un sumidero para mí.

Aún lo extraño, aún me hace falta. Espero no extrañarlo, espero poder decirle adiós, para siempre.

miércoles, 1 de abril de 2009

La tusa es terrible.
Yo no me acuerdo de cuándo fue la última vez que la sentí, pero esta que tengo ahora, me está matando.
Me siento terrible.

Esto es como atravesar un desierto, sin agua. Y en momentos como éste solo la fuerza de Dios puede salvarme.

Y, por cierto, parece que Rocío Durcal tenía razón cuando decía "es verdad que la costumbre es más fuerte que el amor"

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