martes, 10 de noviembre de 2009

Renunciando


Después de darme cuenta de que así como mi vida continuó, también la de él lo hizo, y cada quien buscó su mejor camino para ser feliz….


La vida cambia, y las personas con ella.

O no sé si las personas cambian y hacen que la vida cambie.

Lo que ayer fue un error, hoy puede ser una bendición.

Lo que ayer fue una bendición, hoy puede ser una fuente de angustia.

Lo que ayer fue un problema, hoy puede ser un aprendizaje.

Lo que ayer fue condenado, hoy puede ser admirado.

Y la vida es así, siempre, cambia, se transforma. Se abre paso y te invita a recorrer caminos. De renovación y de descubrimiento.

Porque cuando los cambios tienen lugar, todo alrededor se transforma. Las relaciones, los afectos, la familia, los amigos…todo se transforma. Lo que se conocía empieza a cambiar de lugar, se reubica. Y hay que estar preparados para asumir esto, hay que entender que el pasado es una condición que quedó obsoleta. Como una fotografía vieja que se deteriora con el pasar de los días, y que ya nadie quiere cuidar.

Cuando las cosas cambian, hay que salir del lugar donde se habitaba, hay que cambiar la visión, las expectativas, las esperanzas, cambiar aquello a lo que nos hemos aferrado, dejarlo ir.

Y cuando dejamos ir el pasado, nos estamos renovando a nosotros mismos. Renunciar, dejar, abandonar…todos son sinónimos de desprenderse, de soltar. Y soltar, desprenderse, dejar, renunciar, puede causar dolor, puede suponer una crisis.

Lo mejor entonces, es enfrentar el cambio con la mente tranquila y el corazón abierto. Es continuar caminando por el camino que recorre el río y fluir como el agua. No detener la corriente ni aferrarse a que el río corra por donde uno quiere.

Dejar ir, cerrar, abandonar. Entender que esa vida que una vez pensaste no vendrá, que esos sueños que una vez albergaste se quedarán sin cumplir, que esos anhelos que una vez te permitiste se irán y no volverán. El cambio implica un poco de dolor. Pero también es abrazar la incertidumbre y sonreírle a la duda…

No creas que porque ya no estás ahí, la gente dejará de cumplir sus sueños, ni de abrazar sus metas. Cuando empiezas a entender esto, te das cuenta de que nadie, ni nada es imprescindible, excepto el Amor y la presencia de Dios. Cuando esto pasa, es mejor aceptar la invitación a dejar de ser egoísta y empezar a pensar que la felicidad es un don gratuito y que nos toca a todos.

Tal vez no todo sea tan malo, y aquél pasado al que te estabas aferrando sí es en realidad una fotografía vieja, que ahora ni siquiera tú quieres ver…Ni tampoco cuidar, ni tampoco guardar.

Cuando las cosas cambian, las posibilidades se abren, la vida cambia y nosotros con ella. Y todo se abre a los ojos como un enorme lienzo blanco listo para ser pintado…los pinceles están en tus manos, las pinturas también. Deja que la mano de Dios guié tus talentos y abandónate a pintar tu propia y hermosa obra.

La vida cambia, es cierto…pero al fin y al cabo, tú también.

Y cuando tomas tus pinceles y empiezas a pintar tu nueva obra, es la oportunidad perfecta de entender que la felicidad no tiene nada que ver con los otros, sino con uno mismo.

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