martes, 10 de junio de 2008

He decidido empezar una serie de entradas dedicadas a razonar por qué no estoy de acuerdo con algunas cosas, o por qué no me gustan otras tantas... No es que quiera ser negativa, solo que me pareció interesante poner en claro cosas que he estado pensando desde hace cierto tiempo.

Y para inaugurar mi serie voy a exponer porque no estoy de acuerdo con la plaga que se extiende como pandemia en mi ciudad, las llamadas "casas de inversión" Desde hace un tiempo en algunos lugares de la ciudad, se pueden observar largas filas de personas que esperan, y esperan y siguen esperando. Al comienzo el espectáculo era bastante llamativo y yo ignoraba la causa de las largas filas que en ocasiones, se perpetuaban hasta muy entrada la noche.

Y en alguna de mis usuales conversaciones con taxistas (quienes por cierto, suelen tener una lectura bastante particular de la ciudad) me enteré que las filas eran provocadas por un fenómeno nuevo: las casas de inversión.
Cuando me enteré de esto le pregunté al primo de mi Rofen, quien por su trabajo siempre ha estado muy bien enterado del mundo financiero. Y él me explicó lo que era el término "inversiones de alto riesgo". Esto era lo que hacía la gente de las largas filas, razoné...pero cuál, me pregunté, ¿cuál puede ser el motivo para que la gente arriesgué su dinero de esta manera y esté dispuesta a pagar cualquier precio por hacerlo? La primera respuesta era obvia, ganar dinero de forma fácil y rápida. Pero habían otras respuestas que no eran tan fáciles.

El fenómeno siguió expandiéndose, de la única de estas casas que había en esta ciudad, se multiplicaron y ahora hay más de 6...en una ciudad de menos de 1.000.000 de habitantes. Y cada día más y más gente piensa que ir a dejar el dinero ahí es lo mejor.

El mes pasado, una de estas casas ofrecía el 100% de rentabilidad en la inversión, lo que significa que si una persona invertía un millón, al mes recibiría dos millones. Así nomás...de la nada. Dos millones.

Las filas no se hicieron esperar, la gente se quedaba desde la noche para tomar el turno más rápido en la mañana y por supuesto, otro tipo de negocios empezó a gestarse...la venta de turnos, la empanadita, el cafecito....
Si las cosas se quedaran de este tamaño, creo que no estaría en desacuerdo con esta situación. Al contrario, la vería como una variable positiva que podría incidir en el desarrollo de la ciudad y posibilitarlo.

Pero muchas otras situaciones se han derivado de este fenómeno y no han sido lo que uno llamaría "positivas".
Un fenómeno de estas características en una ciudad intermedia como Pasto, cuyo renglón económico se basa en la agricultura y donde la mayoría de la gente está ubicada en la clase "media" es una bomba de tiempo. Ahora nuestros agricultores, nuestros campesinos, esas personas honradas que se ganaban el pan con el sudor de la frente, han vendido sus terrenos, sus ganados, sus animales y están haciendo fila "para invertir".

No digo con esto que nuestros campesinos no puedan tener una ganancia económica mayor o que no puedan ampliar su posibilidades, lo que digo es que esta cultura de la plata fácil va en detrimento de la valoración del trabajo. Es decir, lo que importa es hacer plata, tener plata, a cualquier costo. No importa trabajar lo que importa es tener plata y poder gastarla, poder viajar, poder comprar...o seguir "invirtiendo". El resultado de esto es que la cantidad de personas que habitaban el sector rural han venido a la ciudad, dejando su oficio y abandonando lo que sabían hacer, todo en busca de una quimera.

Y no sólo esta situación es preocupante, sino que coloca otros interrogantes sobre la mesa ¿Qué aprenderán las generaciones venideras?, ¿qué lo importante no es servir a la gente, sino el carro que se puede comprar?, ¿qué lo más importante es tener plata y no como se la gane?, ¿dónde quedará la cultura del trabajo, la cultura de servir?, ¿dónde quedarán los tiempos del refrán que salía en las cajas de fósforos "el trabajo dignifica al hombre"?


Por esto no estoy de acuerdo con las "casas de inversión" porque ayudan a perpetuar una creencia en la que la plata es lo más importante y debe conseguirse a como dé lugar. Lo que me recuerda unas palabras que pronunció Antanas Mockus en una conferencia que tuvo lugar en mi ciudad.

Mockus decía que el peor legado que nos había dejado el narcotráfico era la cultura de la plata fácil.
Y hoy, en el escenario planteado por el fenómeno de las casas de inversión en plena expansión, con los campesinos que venden sus arraigo y su terreno por la promesa de multiplicar su dinero, con la realidad de personas que han sido asesinadas porque alguien sabía que habían "invertido" y tenían plata en sus casas; las palabras de Antanas Mockus cobran sentido y se convierten en un argumento que justifica porque no estoy de acuerdo con las casas de inversión.

lunes, 9 de junio de 2008

Alfombras rojas, fotografías, ruedas de prensa, paparazzis y horas y horas de televisión dedicadas a hablar sobre lo que se pusieron, lo que dijeron, con quién salieron...esa es la fama. Y los medios nos acostumbran a esto. A presenciar un desfile de gente en vitrina.

¿De qué sirve la fama?...me imagino que de soporte para vivir una vida llena de privilegios económicos y también de soledades y otras desventuras. Pero últimamente hemos presenciado un cambio (será moda?) en los famosos.

Parece ser que se enteraron que vivían en un mundo real, un mundo maravilloso, pero también lleno de inequidades y de contrastes, muchas veces, no tan positivos. Y ahora está de moda lo que se llama "conciencia social". O lo que podríamos entender como preocuparse por la ecología, por el calentamiento global, por el apartheid, o por los secuestrados en nuestra querida Colombia.

Un antecedente de esta "moda" fue el live 8. Muchos de nuestros artistas favoritos se dieron cita en ocho países diferentes y cantaron para sensibilizar al mundo sobre la importancia de erradicar la miseria.
Luego, y en nuestro continente, vino Juanes. El paisa decidió cantar en la frontera de nuestro país con Venezuela, como símbolo de que la tierra es una sola y de que las fronteras son un constructo político que no puede separar nuestros corazones. Varios de sus amigos artistas se unieron a esta causa y el resultado fue Paz sin Fronteras, una muestra de que la bandera de la paz somos todos.
Siguiendo con Juanes, se unió a Bono de U2 para cantar en Yokohama, Japón; y pronunciarse sobre varios puntos relevantes para los países del tercer mundo (o sea el grupo en el que está el nuestro).

Y hoy me sorprendió gratamente saber que Gael García Bernal, uno de mis favoritos, se ha vinculado a dos proyectos importantes, enmarcados en una propuesta de reflexión social.
El primero "8", una película compuesta de ocho cortos dirigidos por grandes figuras, quienes han tenido "carta blanca" para plasmar en su propuesta cinematográfica su visión particular sobre los objetivos del milenio. Entre los que participan en este proyecto se encuentran el legendario Win Wenders; la directora India, Mira Nair; el controvertido Gaspar Noe y el aclamado Gus Van Sant.
Y el segundo, Resist. Un documental en el que el actor mexicano se abre a la posibilidad de aprender de aquellos cuyas vidas se basan en encontrar una perspectiva diferente para observar el mundo, aquellos que rehusan a aceptar que el mundo se quede como está y nos conduce por un viaje para redefinir nuestra existencia.

Con una propuesta innovadora, Resist, además de ofrecer la posibilidad de que los espectadores también protagonicen el documental a través de sus historias; plantea una red en la que las personas pueden conectarse a compartir visiones y experiencias sobre temas de importancia mundial.

Ojalá esto no sea una moda, ojalá sea una posibilidad de visibilizar nuestros problemas y de colocarlos en la mira del ojo público. Ojalá los problemas de nuestro mundo sean asunto, dejen de ser "del mundo" y se vuelvan nuestros.

martes, 3 de junio de 2008

Hace mucho tiempo, repito, mucho tiempo no ocurría algo que ocurrió hoy.

Mi mamá y yo salimos al trabajo casi juntas, pero antes yo me dirigí a la cocina para hacerme el desayuno. Mi sorpresa fue grande al ver que mi mamá, se quitaba el abrigo y comenzaba sacar ingredientes y a revolver y de repente, el desayuno estaba listo. Mi desayuno!

Qué bonito gesto. Definitivamente, las mamás son las mamás.

;;